Un actor retirado ( por obligación)  y casi al final de su vida, reflexiona sobre su  niñez, su trayectoria actoral, los altibajos y todos los pormenores que pasa un  actor y/o gente del arte para poder salir adelante.

En este viaje  nos embarca en viaje de emociones donde sus tropiezos  tiene que sublimarlos y convertirlos en virtudes, donde su edad, se convierte en una incapacidad para cumplir sus objetivos (o por lo menos eso es lo que cree). Un viaje donde “la vida no se acaba donde se acaba”.

El viaje continua con sus problemas de vejez, de inseguridad, de negación sobre su homosexualidad… Donde a sus más de 60 años es complicado mantener encendida la flama de la sexualidad, el juego de autoerotismo se convierte en su mejor aliado.

El final de este viaje , es más bien un comienzo a una nueva vida  en la cual el  miedo a la muerte es ya cada vez más lejano.